Proyecto de autorretratos en aislamiento.
METAMORFOSIS
Recuerdo que los acontecimientos empezaron casi a la par del otoño. Eran las 00 del 20 de marzo del 2020 cuando empezó el “Aislamiento social, preventivo y obligatorio”, que sonaba bien como título de película de catástrofe para un domingo cualquiera.
En aquel entonces, el miedo comenzaba a infectarnos, y nos encerramos para limitar el contacto físico a niveles insospechados, sólo antes imaginados por la ciencia ficción. Pero…¿qué pasa cuándo nos enfrentamos a nosotros mismos y a nuestras cabezas 24x7?
Encerrados entre cuatro paredes, pasamos por la frustración, el hastío y otros, víctimas de la obsesión, fueron adoptando rituales. Algunos de los cuales se volvieron compulsivos. Empezaron por el lavado de manos, siguieron por el barbijo, el alcohol en gel, los guantes, quitarse el calzado al cruzar la puerta de casa, lavar las llaves, volver a lavarse las manos, desinfectar las provisiones. Botellas y botellas de lavandina. Una tras otra…y ya nada volvió a ser como antes. Es comprensible, el miedo altera la conducta de los seres humanos, dicen los que saben, y nunca habíamos estado hablando sobre la muerte con tanta frecuencia, percibiendo a todo lo externo como una amenaza constante.
El fenómeno de la resiliencia, es la capacidad humana de asumir situaciones límite y sobreponerse a ellas. Por eso, creo, que los sentimientos que al inicio eran de terror se fueron transformando de a poco, en algunos, en heroísmo. Y comenzó a gestarse la metamorfosis. La génesis del personaje invencible, capaz de darle lucha a cualquier enemigo por más invisible que sea. Tenga el tamaño que tenga. Ya lo había dicho Barthes en sus mitologías, la labor cultural que antes realizaban las sagas épicas, ahora la realizan las publicidades de detergente, desinfectantes y lavandina. Después de todo, aunque la amenaza nos aceche, no hay virus capaz de voltear a una heroína.